Jesús Venció la Muerte, El Vive

En el peregrinaje de un creyente por esta tierra, con mucha frecuencia se topa con preguntas como: ¿Quién fue Jesus? ¿Qué cosas hizo? ¿Fue real? ¿Cómo demostró que El es Dios? ¿Verdaderamente era 100% hombre y 100% Dios? ¿Fueron reales sus milagros? Como estas preguntas, podríamos postular muchísimas más que hemos escuchado o aun nosotros mismos nos hemos hecho. La realidad es que, no podríamos dar ninguna respuesta que satisfaga un alma muerta, para ellos es imposible creer. Es por esto que nuestro postulado solo puede ser entendido y creído por un hijo de Dios (Juan 1:12), alguien que ha nacido de nuevo. Pero, aun así, es de suma importancia que el mundo sepa quien fue y quien es Jesús, que el mundo sepa que El venció la muerte y que el mundo sepa que El vive. Dios mismo nos dice cuan importante es que el mundo sepa quien es Jesús. Es a través de las palabras del Apóstol Pablo que podemos ver con mas claridad esta gran verdad:

Romanos 1:3-4 NBLA

3 Es el mensaje acerca de Su Hijo, que nació de la descendencia de David según la carne,

4 y que fue declarado Hijo de Dios con un acto de poder, conforme al Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos: nuestro Señor Jesucristo.

Nueva Biblia de las Américas (La Habra: The Lockman Foundation, 2005), Ro 1:3–4.

El mensaje es Jesús. Ese mensaje nos dice que El fue engendrado por el Espíritu, pero nacido de la carne, que fue declarado hijo de Dios con un acto de poder y que luego de ser crucificado y morir, venció la muerte y resucitó. Ningún otro mensaje tiene tanto peso como este. En el se nos demuestra Su Deidad o Divinidad, Su absoluto poder y Su majestad. Evidentemente, la afirmación de que Cristo ha vencido a la muerte se refiere a Su resurrección. El que estaba muerto ahora está vivo, como dice Apocalipsis 1:17-18 NBLA

17 Cuando lo vi, caí como muerto a Sus pies. Y Él puso Su mano derecha sobre mí, diciendo: «No temas, Yo soy el Primero y el Último,

18 y el que vive, y estuve muerto. Pero ahora estoy vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del Hades.

Nueva Biblia de las Américas (La Habra: The Lockman Foundation, 2005), Ap 1:17–18.

Estas tres palabras -Cristo venció a la muerte- definen la diferencia más importante entre el cristianismo y todas las demás religiones. Ningún otro líder religioso predijo nunca su propia muerte y resurrección (Mateo 16:21), ni basó sus afirmaciones sobre sí mismo y sus enseñanzas en esa predicción (Juan 2:18-22; Mateo 27:40), para después cumplir esa promesa (Lucas 24:6).

La resurrección de Jesús constituye la primera vez en la historia que alguien se levantó de la muerte para no morir nunca más. Otros que resucitaron finalmente murieron en una segunda ocasión (ver 1 Reyes 17:17-24; 2 Reyes 4:32-37; Marcos 5:39-42; Juan 11:38-44). La resurrección de Jesús fue una verdadera y total derrota de la muerte. Como el Santo Hijo de Dios, Jesús venció a la muerte una vez y para siempre, como explicó Pedro: "por cuanto era imposible que fuese retenido por ella" (Hechos 2:24). En Apocalipsis se nos hace referencia a unas llaves, y estas llaves son un símbolo de autoridad. Jesús es soberano sobre la muerte. Su conquista sobre la muerte fue permanente y eterna.

Cristo venció a la muerte porque estaba libre de pecado. La maldición sobre la humanidad en el Jardín del Edén, causada por su pecado, fue claramente establecida: "Ciertamente morirás" (Génesis 2:17). Desde entonces, hemos visto la verdad de Romanos 6:23, "La paga del pecado es la muerte". Pero Jesucristo fue sin pecado (1 Pedro 2:22); por lo tanto, la muerte no tenía poder sobre Él. La muerte de Jesús fue un sacrificio voluntario por nuestro pecado, y, dada Su perfección sin pecado, siguió lógicamente Su resurrección. "Pongo mi vida", dijo Jesús, "para volverla a tomar" (Juan 10:17).

La victoria de Cristo sobre la muerte tiene consecuencias eternas para nosotros. La buena noticia, el evangelio, radica en la victoria de Cristo sobre la muerte. Sin la resurrección, no hay evangelio; en realidad, no hay ninguna esperanza para nosotros: "Si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados" (1 Corintios 15:17). No obstante, Cristo ha resucitado y, como vencedores con Él, los cristianos "han pasado de muerte a vida" (1 Juan 3:14). Cristo "quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio" (2 Timoteo 1:10).

Así que, la Pascua no es solo un día donde ilusamente los niños buscan huevos escondidos por un conejo… o donde asistimos a una iglesia de manera tradicionalista… o donde decimos “gracias Dios por el sacrificio y luego el lunes olvidamos todo lo ocurrido… la Pascua es el fundamento de nuestra fe. Jesús no fue inmolado como otro sacrificio mas, El no fue crucificado para cumplir con una ley terrenal, El no fue sepultado y se quedó en la tumba. El venció la muerte, El Resucitó, tal como dijo que lo haría, demostrando que tiene poder sobre el pecado, sobre la muerte y todo lo que enfrentamos. En Genesis 3:15 Dios nos hace una promesa "Pondré enemistad Entre tú y la mujer, Y entre tu simiente y su simiente; él te herirá en la cabeza, Y tú lo herirás en el talón.” Satanás hirió a nuestro Señor, pero nuestro Señor, cumpliendo la promesa de nuestro Dios, le pisó su cabeza, derrumbó su plan y al vencer la muerte eliminó la herramienta más poderosa de nuestro adversario el diablo, la muerte.

Esa tumba vacía no solo significa que nuestro Señor venció la muerte, sino también que nuestros fracasos no tienen la última palabra. Significa que el perdón es real, la Gracia está disponible y una nueva vida es posible. Porque Él vive, podemos afrontar el mañana con esperanza, fuerza y ​​confianza. La Pascua nos recuerda que, por muy oscura que parezca la vida, la luz de Cristo siempre se abre paso.

Himno: Porque El Vive

I

Dios nos envió a su hijo Cristo
Él es salud, paz y perdón
Vivió y murió por mis pecados
Vacía está la tumba porque Él triunfó.

Coro

Porque Él vive
Triunfaré mañana
Porque Él vive
Ya no hay temor,
Porque yo sé
Que el futuro es suyo,
La vida vale más y más, solo por Él.

II

Grato es tener a un tierno niño
Tocar su piel gozo nos da,
Pero es mejor la dulce calma
Que Cristo el Rey nos puede dar pues vivo está.

III

Yo sé que un día el río cruzaré
Con el dolor batallaré
Y al ver la vida triunfando invicta
Veré gloriosas luces y veré al Rey.


En Su Presencia

Coram Deo, el devocional

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